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De Es Carregador a Es Codolar, una ruta cargada de historia

En Sant Josep aguarda una ruta cargada de historia que nos trasladará a tiempos remotos y a primigenias industrias que se abrían paso en una isla con un incipiente potencial económico desde la época púnico-fenicia. Actividades que consolidaron a Ibiza como un enclave comercial de importancia estratégica ya en el S. IV d.C. Fenicios, romanos, árabes, cristianos… la historia se escribe en todos y cada uno de los pasos que el caminante emprende con la ruta que proponemos a continuación.

Situémonos. En el extremo sur de la popular Playa d’en Bossa, sobre un promontorio rocoso y de bosque bajo, se alza una torre de vigilancia construida en el S. XVI para proteger a los trabajadores de las salinas de los ataques piratas. Es la torre des Carregador. Y debe su nombre a la actividad que se desarrollaba en sus inmediaciones, al abrigo de un pequeño muelle del que aún quedan vestigios: la carga de la sal con destino a la ciudad de Ibiza que ya empezó en época fenicia pero que bajo la influencia de los árabes y después en la era cristiana experimentó un importante crecimiento.

Torre des Carregador

La caleta en forma de media luna que albergaba esas instalaciones recibe el nombre de La Xanga y también nos desvela una de las actividades que se llevaban a cabo en la zona, la pesca en almadraba del atún y su posterior salazón y embarque. De hecho, la antigua plaza empedrada que conformaba la zona de actividad comercial y que llegó a ocupar 6.000m2 está siendo objeto de un meticuloso proyecto de recuperación para dar visibilidad a todos los elementos de esa industria.

La Xanga

Pero la carga de sal y la pesca y salado del atún no fueron la única actividad que este rincón de la costa albergó en el pasado. Ya en época romana la isla era considerada como un importante punto de producción de púrpura que se usaba para teñir tejidos, básicamente lana. La púrpura se obtenía de las conchas de tres especies de moluscos y su explotación fue realmente intensiva, hasta el punto de acabar con casi toda su población. La Xanga fue uno de los puntos de extracción y molido de esos caparazones.

La zona se puede recorrer sin dificultad y permite dedicar tiempo a la contemplación para descubrir partes del que fuera un importante complejo: el muelle, los aljibes que proveían de agua, la torre que protegía a los trabajadores… piedras que nos hablan de historia y de industria.

Desde el promontorio sobre el que se alza la torre divisamos hacia el noreste una completa panorámica de la playa d’en Bossa y de las murallas de Dalt Vila con la Catedral coronando el imponente conjunto. Si giramos nuestra vista hacia la izquierda atisbaremos el rastro de los canales de agua que alimentan los estanques de la Sal Rossa y que, junto a otros puntos de entrada, proveían del suficiente flujo de entrada y salida necesario para el decantado y sedimentado del preciado mineral blanco.

Ruta:

La ruta se emprende en dirección a los estanques, siguiendo un camino bien señalizado, el camí de sa Sal Rossa, que nos llevará por la linde de las montañas vecinas, a nuestra izquierda, y con las planicies salineras situadas a nuestra derecha

Mirador en Sant Francesc de s’Estany

Tras unos cientos de metros llegaremos hasta el diminuto núcleo de Sant Francesc de s’Estany, poblado de esencia salinera. Su blanca Iglesia, al otro lado de la carretera, nos marca el comienzo del segundo tramo del recorrido: el carreró de Can Blai.

Carerró de Can Blai

Recientemente recuperado, este camino atravesaba la planicie salinera, entre márgenes de paredes de piedra que se culminaban con lo que se conoce como “esquena d’ase”, un remate triangular que daba a la parte superior del muro un acabado más fino, habitualmente referido y a veces blanqueado. El torrent d’en Parra, que también formó parte de la red de caminos de la zona, se canalizó con esta misma tipología de recios muros. El camino puede llegar a contar con una amplitud de 4 metros y las tareas de recuperación han incluido la incorporación de un par de bancos para descansar y en la instalación de limitadores de paso de vehículos, con lo que el paseo es aún más relajante.

Carerró de Can Blai

Siguiendo el recorrido bordearemos los estanques salineros, con privilegiadas vistas sobre la rica fauna de aves del humedal, flamencos incluidos, y contemplaremos los campos de cultivo que lindan con los estanques. Cielos abiertos y amplios horizontes que nos acompañarán durante toda la ruta.

Estanques salineros

Las pistas del aeropuerto constituirán la frontera que recorreremos hasta llegar a la playa des Codolar y una vez en ella podremos conectar con otra ruta para paseantes y ciclistas que nos llevará hasta el extremos más alejado del parque: sa Caleta, es Bol Nou y la punta des Jondal. Una ruta que puedes conocer aquí.