En pleno parque natural, el caminante que decide adentrarse por los senderos que pueblan la zona de la playa de Ses Salines, entre la masa forestal que separa la franja costera de los estanques salineros, tiene muchas posibilidades de toparse con un pozo de lo más curioso. Se halla muy próximo a la línea costera, frente a una planicie despejada de tierra fértil. Su nombre es Pouet de sa Trinxa y es uno de los raros ejemplos de pozo construido con bloques de marés, la arenisca predominante en la zona. Es de planta circular y su techo está cubierto también por gruesas losas de marés.
No en vano, en la zona costera aún se pueden observar las rectilíneas tallas en la roca que señalan lo que en su día fue una cantera que suministraba la piedra con la que se levantaron las murallas renacentistas de Ibiza. Un material abundante y moldeable que era relativamente fácil de trabajar. Junto al pozo se extiende una gran pica alargada, con una pequeña canalización que conecta ambos volúmenes, y que servía como abrevadero para los animales. Se estima que fue construido a finales del XIX o principios del S. XX para proporcionar agua potable a los trabajadores de la zona, mayormente salineros, aunque seguramente también debía dar servicio a fincas de la zona. Fue restaurado y señalizado en 2014 y es ya una de las paradas obligadas para los paseantes que se dirigen a la torre de Ses Portes, en el extremo sur de la playa.