Sant Agustí es uno de los pueblos mejor conservados de la isla. Ningún elemento parece romper con la sencilla y bella arquitectura del pueblecito, con su casa parroquial, situada en la parte trasera de la iglesia, la torre de piedra que hay al fondo y las casas payesas que rodean la plaza. Desde la colina se divisan los campos del entorno, famosos por albergar viñas que producen un vino tinto casero y afrutado, de excelente calidad.
Por la noche, Sant Agustí se convierte en un lugar excelente para disfrutar de la gastronomía que ofrecen sus restaurantes en un entorno romántico y lleno de encanto.